🕸️ La tiranía del algoritmo: de lo colectivo al autoritarismo
Cómo el poder se reconfigura en la era digital y por qué necesitamos nuevas formas de organización colectiva.
Por Futura Agnostic
“El poder no siempre se impone. A veces se diseña.”
Algo se ha desplazado bajo nuestros pies. Es un reordenamiento. No asistimos al fin del mundo moderno, sino al surgimiento de otro: más sutil, más opaco, más ubicuo. Una nueva modernidad digital, tejida no por decretos ni tratados, sino por interfaces, flujos de datos y patrones de comportamiento.
Durante la modernidad industrial, la metáfora dominante era la máquina. Ford y su línea de ensamblaje ofrecían algo más que eficiencia: proponían una forma de ver y organizar el mundo. Personas como engranajes, ciudades como grillas, naturaleza como insumo. Hoy, el algoritmo ha heredado ese lugar simbólico. Pero ya no gobierna como motor, sino como enjambre.
De la fábrica al enjambre: el poder como diseño ambiental
La modernidad industrial se organizó a través de categorías fijas: mapas, censos, grillas, horarios. El Estado necesitaba “ver” a su población, clasificarla, administrar sus movimientos. La fábrica fue el modelo de sociedad: jerárquica, ordenada, repetitiva. Pero ese modelo colapsó junto con la promesa de progreso: el ciclo producción-salario-consumo dejó de sostenerse, la desigualdad se desbordó, y la autoridad del Estado se erosionó.
La modernidad digital no impone ese tipo de orden. No necesita mapas ni categorías estáticas. Se guía por patrones, correlaciones, clusters. Si el poder antes era centralizado y mecánico, hoy es distribuido, adaptativo y probabilístico. No controla, pero estructura. No prohíbe, pero sugiere. No dice “haz esto”, pero diseña un entorno donde eso es lo más probable que harás.
Este es el nuevo régimen: el del diseño ambiental. El poder se vuelve ubicuo, cotidiano, invisible. Ya no se impone: se desliza.
La ilusión de la red libre: cómo la descentralización fue capturada
Durante un breve momento, las tecnologías digitales parecían abrir posibilidades insospechadas: cooperación sin jerarquía, inteligencia colectiva, comunidades abiertas. Wikipedia, el software libre, las redes entre pares, los movimientos horizontales. Se creyó que el enjambre podía sustituir a la máquina, que la red podía reemplazar al Estado o al mercado.
Pero la descentralización no garantiza justicia. Ni equidad. Las plataformas que nacieron para conectar se convirtieron en infraestructuras opacas de extracción de datos y captura de atención. No eliminaron intermediarios: los reemplazaron por otros más eficientes, menos visibles y más rentables.
El enjambre fue domesticado. Se convirtió en instrumento de segmentación, gamificación, monetización. Lo colectivo fue convertido en recurso. La individualidad, en insumo. Cada clic, cada scroll, cada reacción: un microaporte a la acumulación de poder algorítmico.
El algoritmo no gobierna: orienta
Lo más perturbador del nuevo régimen no es su fuerza, sino su sutileza. Ya no se trata de represión, sino de ambientación. Ya no de vigilancia, sino de predicción. Lo que antes era norma, hoy es recomendación. Lo que era ley, ahora es notificación.
La gobernanza algorítmica no disciplina, sino que entrena. No exige obediencia, sino participación. Nos hace cómplices. Nos seduce con personalización, eficiencia y recompensa. Pero lo que está en juego no es solo el consumo: es la percepción, el comportamiento, incluso la imaginación.
Si el Estado moderno necesitaba ver para gobernar, el algoritmo necesita prever para orientar. Lo hace en tiempo real, con datos en flujo, con correlaciones estadísticas que no comprenden pero que funcionan. La visión totalizante del censo es reemplazada por la inferencia continua del sistema. El algoritmo no necesita entendernos: solo necesita que reaccionemos.
Recuperar la imaginación política: del enjambre a la institución
El gran riesgo es cultural. Seguimos usando las metáforas del siglo XX para entender el poder, como si la opresión todavía viniera en forma de decreto o maquinaria estatal. Pero hoy el dominio llega como UX, como feed, como gamificación.
El enjambre se presenta como emancipación. Pero sin estructura deliberativa, sin reglas públicas, sin instituciones que organicen la acción colectiva, se convierte en terreno fértil para nuevas formas de tiranía. No la del burócrata, sino la del diseño.
Por eso, la solución no es solo descentralizar. Ni confiar en la autoorganización espontánea. Necesitamos formas nuevas de organizar lo común: instituciones más adaptativas, más abiertas, pero también más robustas. No un regreso al Estado planificador, sino una imaginación democrática que sepa usar el diseño como herramienta de emancipación.
Porque si el poder hoy diseña contextos, la política del futuro no puede limitarse a resistir. Tiene que proponer. Tiene que crear.
¿Y tú? ¿Estás diseñando futuros o solo interactuando con los que otros ya programaron?
¿Lo publicamos tal cual en Substack o quieres que te prepare también la versión en carrusel, con diseño visual e ideas clave?